La Ventanilla
Published by gor under Relatos Ferroviarios on lunes, mayo 26, 2008Las gotas de agua resbalaban por el cristal, el calor del coche empañaba los cristales, Pedro barría una y otra vez con su mano una pequeña zona de la ventanilla, lo suficiente como para poder vislumbrar algo del exterior, desde que habían salido de Madrid no había dejado de llover, esperaba con ansía que cesara la lluvia para disfrutar de su pequeño trono.
Desde siempre, las vacaciones habían sido para él, un viaje al norte, un viaje a casa de sus primos, en la playa, pocos días de sol pero todos en la playa.
Su familia tenía la costumbre de visitar siempre a sus parientes en Bilbao y luego coger el Vascongados para ir a su destino, Zumaia, para Pedro, aquél era un viaje inmenso, largo, era un aventura, y su máxima aspiración era coger un sitio en la ventanilla, siempre con la nariz pegada al cristal, como queriendo oler el paisaje………….
Pero aquella maldita lluvia le estaba estropeando el viaje,…………………poco antes de llegar a Burgos el tiempo cambio, algún rayo de sol comenzaba a aparecer y el comenzó a soñar, se imaginaba aquellos paisajes hace 500 años, las guerras fronterizas, los héroes de caballería, y de repente en lugar de ir sentado en aquellos asientos de skai, soñaba que iba a caballo por aquellos campos de trigo, agostados ya por el calor………….Pancorbo sería su base defensiva y desde allí repelería los ataques………………pasados los túneles, en la llanada alavesa construiría un castillo bien orientado y con buenas defensas………………un pescozón de su madre le despertó, habían salido ya de Miranda buscando los escarpados de la cornisa para buscar una cómoda bajada hasta Orduña…………….de nuevo la lluvía, anochecía cuando llegaron a Bilbao, un incómodo sirimiri que calaba hasta los huesos les acompañó por la calle hasta la casa de la familia, …………………ya no se acordaba de cómo crujían las escaleras, de aquellos suelos fríos de madera negra………..bueno, se dijo, sólo es una noche……………………
Por la mañana ya no llovía, en su lugar el sol dejaba un manto de luz que le permitió al menos, ver algo de la ciudad, mientras cruzaban el puente del Arenal en dirección a Atxuri, vio asombrado la acería, envuelta en su manto ocre…………….el edificio de la estación era pequeño, oscuro y a él le pareció muy sucio, igual de sucio que los coches del pulman, con aquellos tonos ocres , sin embargo algo tenían aquellos pequeños trenes que le gustaban mas, eran como juguetes grandes, y de nuevo la ventanilla, hoy sí, hoy con este día disfrutaría de su trono, cuando arrancó el tren, un laberinto de ríos, casas, fábricas, almacenes pasaba antes sus ojos, antes de que se diera cuenta y absorto en esos ”paisajes”, fueron apareciendo los verdes infinitos y los caseríos dispersos, baserris los llamaba su tío, dentro de poco llegaría a su destino, mientras seguía disfrutando de aquello, algún cruce con otro juguetes grandes, alguna incómoda espera y al final Zumaia, el sol, la playa, el verano las vacaciones……………………..y los juguetes grandes a los que siempre veía en aquella estación, subían de la estación del puerto al empalme, un poco más lejos de allí, subían corriendo por la vía, sólo tenían una intención, poder ver las carreras entre los Vascongados y el Urola, sus vías discurrían paralelas un buen trozo y cuando la ocasión se presentaba a Pedro le encantaba aquello………..y esta vez sin ventanilla……………….
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